Javier García Ochoa............... Atlántico diario
Dos autobuses procedentes de Santiago y Ourense portan cada tarde a ochenta chavales de la cantera celeste
La labor de búsqueda de jugadores por toda Galicia se completa con el servicio diario de autobuses hasta A Madroa.
El autobús es parte consustancial al deportista en general y al futbolista en particular. Y desde muy tempranas edades. Las horas pasadas en los desplazamientos conforman el carácter de un jugador y de un equipo, generando ese sentimiento de pertenencia a un grupo y a un club.
Hay algunos futbolistas que tienen más rodaje en tales experiencias porque, desde muy pequeños, han tenido que desplazarse decenas de kilómetros para poder entrenar a diario en el club de sus sueños. Y ése es el día a día que se vive cada jornada en A Madroa, cuando a media tarde llegan dos autobuses portando jugadores de la cantera, uno que parte de Ourense y otro de Santiago de Compostela.
De lunes a viernes, unos ochenta chavales ?según el calendario de entrenamientos de cada equipo? desde la categoría benjamín B hasta la de juvenil A se suben a los autobuses que dispone el club, a través de su Fundación, y se acercan a entrenar en A Madroa tras más de una hora de viaje de ida en algunos casos. Y tras sudar junto a sus compañeros, de regreso a casa ya entrada la noche.
El más lleno de los autobuses procede del norte. Partiendo de Santiago de Compostela, realiza paradas en Padrón, Caldas y Pontevedra antes de llegar hasta los campos de entrenamiento. Más de medio centenar de chavales (56) entre los que se incluyen los 24 internos en la Residencia Los Sauces, que se suben al autobús en su paso por Pontevedra. En el interior del vehículo conviven desde un chaval del benjamín B, que ronda los ocho años, hasta una docena de ellos del juvenil de División de Honor.
El otro autobús diario parte desde Ourense para llevar a 24 proyectos de futbolistas en sus asientos. Por el camino, recoge jugadores en Ribadavia, A Cañiza, Ponteareas y Porriño antes de arribar hasta A Madroa. Entre los habituales, tres jugadores del alevín B ?en torno a diez años? y dos de juvenil B limitan el abanico de edades.
Todos ellos son los protagonistas del trabajo de cantera silencioso y diario del que se espera que el club saque provecho deportivo y ellos, beneficio formativo.